A vueltas con Miguel Delibes: la baribañuela. www.revcyl.com

”A vueltas con Miguel Delibes: la baribañuela”, en www.revcyl.com, Valladolid, diciembre 2009.

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                                                                                             A vueltas con Miguel Delibes

 

                                                                                             La baribañuela

 

 

Tengo para mí que Delibes también es amante de los localismos, aunque en El último coto nos eche la pelota a los demás:

Desconozco la razón por la que en estos pagos de La Lora llaman baribañuela al alimoche, pero es un apelativo más suave, más poético, más musical, siquiera case mal con el aspecto carroñero del bicho. Pero ahí está el nombre: baribañuela para los amantes de localismos y dialectólogos. (El último coto, p. 193).

Decir “baribañuela” es lo mismo que decir “alimoche”. El primero, más local, no aparece en el diccionario de la RAE. El segundo sí.

En el Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes, que publiqué en 2006, recogía las 329 voces rurales que emplea Delibes en su narrativa y que, salvo alguna excepción, no constan en el DRAE. Si sumamos también los términos rurales que sí trae el diccionario académico con su significado preciso, el número total de palabras se acerca a las 1.500. Pero, ateniéndonos a las 329 antes reseñadas, gran parte de ellas son localismos (que son las que hoy nos interesan). Los localismos son palabras que se emplean en una provincia, una comarca o simplemente unos cuantos pueblos. El localismo es palabra que generalmente enriquece el idioma. Le da vigor y precisión.

El localismo tiende a ser rural y popular. Tiende a ser propiedad del pueblo, entendiendo en este caso la palabra “pueblo” como el conjunto de hablantes que emplean esa palabra.

El que escribe este artículo tuvo que recorrerse muchos pueblos ya antes frecuentados por Delibes buscando el significado de los localismos que emplea el maestro en sus obras. Algunos de ellos ya solucionados antes de los primeros viajes como en el caso de la baribañuela. El maestro daba la solución en uno de sus libros. Para los demás no quedaba otro remedio que adentrarse en el páramo, en los acotados, atravesar los barcos y rebarcos de los valles de Castilla y entrar en las casas de los pueblos que se calientan desde la mañana con la gloria.

Palabra a palabra, localismo a localismo, desbrocé el lenguaje rural de la narrativa de Miguel Delibes con la ayuda de una legión de viejos castellanos que supieron dar con el significado preciso de cada uno. Gente sabia que seguía empleando la mayoría de las palabras consultadas. Pero no terminó ahí mi investigación. Todavía quedaban 46 voces en una especie de neblina propia del mes de enero cuando salen los galgueros a por liebres. Entonces acudí al maestro, a la fuente verdadera. Y Delibes no había olvidado ni una sola de ellas pese al transcurso del tiempo. Los años, en este caso, habían pasado en balde porque Delibes tenía la misma sabiduría rural que hace décadas. Ahí están, en mi web (www.jorgeurdiales.com), las cartas del maestro que justifican lo que digo.

No sé si la palabra “baribañuela” se emplea más que antes. Quizá menos. De lo que sí que estoy seguro es de que Delibes ha sabido adaptar los localismos propios de Castilla a sus libros. Si en verdad ha acertado a pintar Castilla es porque ha sabido dar sentido a sus localismos en sus novelas. 

Jorge Urdiales    www.jorgeurdiales.com